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lunes, 26 de agosto de 2013

Capítulo 30.


  Ya eran casi las once y media cuando las niñas se durmieron al fin y sus padres, cogiendo una cada uno las llevaron a la cama. Al cabo de una hora, los mayores se dirigieron sus dormitorios, que estaban uno frente al otro, sólo separados por el ancho del pasillo.Cuando entraron en el dormitorio Alejandro cogió una bolsa de lona negra de pequeño tamaño donde había escondido sus cosas de sondaje y los pañales para evitar situaciones embarazosas si una de las niñas las veía.
- Vicky, ahora vengo, voy al baño.-dijo mientras abría la puerta.
  Ella se había colocado su nuevo pijama de color manzana y se estaba metiendo ya en la cama.
- Vale, te espero despierta, no tardes.-le dijo con picardía.
   Él salió del cuarto sonriendo, pues ya reconocía aquella mirada.
   Al cabo de una media hora regresó se sentó en la cama y comenzó a desnudarse. Cuando se quitó la camiseta, Vicky le vio la herida de la espalda. Comenzaba en la cintura y seguí hacia arriba hasta por encima del límite superior de las costillas.
   Vicky le recorrió la cicatriz con el dedo de abajo a arriba y Alejandro fue invadido por una mezcla de molesto calambre y placentero hormigueo.
- Vicky, no juegues con fuego…o….oh…ohhhh.-dijo con tono de quien está experimentando un gran placer.
-¿Acaso no te ha gustado?.-preguntó Vicky riéndose de la reacción de él.
   Alejandro subió las piernas a la cama con ayuda de sus manos, se descalzó y se quitó los pantalones, para luego dejarse caer en la almohada.
-¿Qué si me ha gustao?-levantó una ceja de forma muy cómica.- Ahora te vas a enterar si me ha gustao o no.
   Se echó sobre ella y empezaron a besarse frenéticamente, y estuvieron así un buen rato. Cuando pararon para respirar fue ella quien habló.
- Alejandro, que no estamos solos, cariño.-susurró ella.
-¿Acaso crees que mi hermana y Jorge no lo hacen?
- Claro que sí, pero no cuando sólo les separa el ancho de un pasillo, de la puerta de otra pareja. Además, están también las niñas…
  Alejandro le miró y rió.
- Vicky, las niñas de hoy en día saben más que los ratones coloraos, no como los de nuestra época, que cuando salíamos con una chica teníamos más dudas que pelos en la cabeza. Además, a mí no me importa que nos oigan hacer el amor. ¿Acaso a ti si?
   Vicky sonrió pícaramente.
-¿Sabes que te digo?....A mí, tampoco.-soltó una carcajada.-Si me escucha mi padre, me mata.
   Rieron y empezaron a besarse y a acariciarse mientras permanecían abrazados.
- Me temo que a quien mandaría a “las calderas de Pedro Botero” sería a mí, cariño.
   Vicky soltó tal carcajada que tuvo que amortiguar el sonido tapándose la boca con las sábanas y el mullido edredón de color salmón que cubría la cama.

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