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jueves, 1 de agosto de 2013

Capítulo 16.

    Cuando Vicky salió de la casa, fue a la parada de taxis a tomar uno que la llevase de vuelta a la suya. Al llegar a su puerta, en la primera planta, agradeció no encontrarse con ningún vecino, y muy especialmente con doña Consuelo. Entró en casa y después de saludar a Óscar y sacarlo a la calle, se volvió a meter en casa, se duchó y, como no tenía intención de volver a salir se puso su pijama de felpa color malva favorito y su bata granate encima. Se fue a la salita y se sentó en el sofá. No sabía qué hacer. Estaba confundida, pues aunque la idea de alejarse de Alejandro había sido suya, no estaba del todo segura de haber hecho lo correcto.
   Al cabo de un rato de quitar y poner la tele, de encender y apagar la mini cadena, decidió llamar a su amiga Marga, para contárselo todo. Ésta, al enterarse, se presentó en casa de Vicky a media tarde con una tarta casera de chocolate y una botella de cava.
- Cariño, pensé que te alegraría un trozo enorme de tarta de las que engordan de mala manera y una copa de cava peleón.
- Eres única, Marga. ¿Lo sabías?-dijo dándole un abrazo.-Venga, pasa, que voy a buscar unas copas, platos y tenedores.
- Dime, cariño, ¿qué demonios ha pasado?
   Vicky llegó con las cosas y se sentó en el sofá junto a su amiga y paño de lágrimas en más de una ocasión.
- Pues, que ayer salimos a cenar a un italiano, lo pasamos muy bien y bebimos un poco más de la cuenta. Cuando me quise dar cuenta estaba en la cama de Alejandro haciendo el amor. Fue precioso Marga, precioso. No te lo imaginas, él no puede, ya sabes a lo que me refiero, pero tiene unas manos increíbles. Sabía cómo y dónde tocarme para darme el mismo placer que de la forma, digamos “habitual”, en fin, fue algo… precioso. Pero esta mañana cuando me he despertado tenía una extraña sensación. No sé que era pero si sé que me sentía rara, me di cuenta que habíamos cometido un terrible error. Él aún no ha podido pasar página, lo sé. Nombra a Elisa, su mujer, a menudo. Le dije lo que sentía y él trató de convencerme de lo contrario, pero creo que al final me comprendió. Total, me vestí y me vine a casa en un taxi. Aunque él se ofreció a traerme, me negué, no quería alargar más ese mal rato. Me ha pedido que le dé otra oportunidad y hemos quedado este viernes en “Mogambo” a las diez para tomar algo y ver si salvamos esta relación.
- Noia, si la cosa es así como dices, creo que has hecho lo correcto. Daros un tiempo para pensar.-Asintió.-Sí, definitivamente has actuado de forma correcta.
-¿Entonces porque me siento tan vacía?.-preguntó Vicky cruzando los brazos como si se auto abrazase.
- Collons, es muy fácil, porque tú SI le quieres.
- ¿Tú crees?. Yo no lo tengo tan claro, Marga. Es verdad que me atrae como hombre, caramba está de muerte, y como persona es un cielo, pero no sé si estoy preparada para una nueva relación. Además, aunque no me asusta su estado físico, reconozco que nunca me había planteado una relación con un…un…Joder, Marga, que lío tengo en la cabeza.
- Dilo, Vicky, él no está aquí. Tú, lo que tratas de decir es inválido.
- Marga, no es eso. Es que temo que, como ya te he dicho, él no haya olvidado a su mujer. ¿Y si sigue enamorado de ella y lo que busca es….no sé, una sustituta?
   Marga negó vehementemente.
- En absoluto me creo eso. Nadie espera ocho largos años para buscar una sustituta como tú dices. Lo que creo que le pasa es que tiene tanto miedo como tú, pero en su caso, a sufrir de nuevo. Lo dicho, daros un tiempo y a ver que sale de todo esto.
- Marga, ¿quieres quedarte a cenar conmigo?. No quiero estar sola hoy.
- Ya lo imaginé, y me he traído un camisón por si quieres que me quede esta noche.
  Vicky sonrió cuando Marga sacó de su enorme bolso de tela a rallas de colores chillones un camisón amarillo, definitivamente su color favorito, una bata y unas zapatillas a juego en tono naranja, al más puro estilo Ágata Ruiz de la Prada, su diseñadora de modas predilecta, como no podía ser de otra manera.
- Veo que vienes preparada, McGyver.-bromeó.- Algún día te encuentras en ese enorme bolso el “eslabón perdido”.
   Ambas mujeres se echaron a reír.
- Mira, pues lo mismo encuentro en ese eslabón al hombre perfecto.-bromeó Marga.
- Marga, si por perfecto entiendes que tenga la cara de George Clooney, el cuerpo de Míster España, el sentido del humor de Groucho Marx y la inteligencia de Einstein…..pues dudo que lo encuentres ni en tu bolso ni en ninguna otra parte, porque ese hombre NO EXISTE, cariño.
  Marga soltó una carcajada y Vicky la imitó. La primera cogió su copa y la levantó.
- Por los hombres perfectos y por los imperfectos, pobrecitos.
   Entrechocaron sus copas riendo ante la mirada de “estas dos están locas” de Óscar.
- Mira a Óscar, que cara.-dijo Marga entre risas.
   El pequeño perro se levantó de su cojín favorito y se metió en su trasportín, que hacía las veces de camita de invierno para el animalito.
- Sí, ya imagino lo que está pensando.-dijo Vicky.
  A eso de las once de la noche las dos mujeres se fueron a dormir, Vicky a su habitación y Marga a la de invitados que era algo más pequeña.

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