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viernes, 20 de septiembre de 2013

Capítulo 38.

Alejandro se despertó a eso de las cinco de la madrugada con fuertes dolores e intentó sentarse en la camilla, pero no lo consiguió. La sala estaba en penumbra, y pudo distinguir la silueta de una mujer sentada a su lado. - ¿Vicky?-susurró La mujer despertó enseguida, pues su sueño era solo superficial. Al oírle se levantó de la silla y se acercó a la camilla donde descansaba su novio. - Dime, cariño… - Me duele mucho, creo que el calmante ya ha dejao de hacerme efecto.-dijo dejándose caer de nuevo en la camilla.- Vicky, llama a la enfermera….me duele a rabiar, mi vida. Y voy a vomitar en cualquier momento, cariño. - Ahora mismo.-dijo buscando el timbre. - La “acelga” ya se habrá ido, supongo.-comentó Alejandro mientras se daba un masaje en el vientre. - Me temo que ella es la del turno de noche por que cuando tu entraste en urgencias no estaba según me ha dicho Jorge. Dice que antes había una chica negrita. Alejandro puso cara de fastidio. - Pues, que suerte la mía. En ese momento entró la mencionada enfermera, con su habitual “cara de entusiasmo” - ¿Qué quiere? - “Mírala, no es más borde porque no entrena” se dijo Vicky. - Me duele bastante, enfermera.-dijo Alejandro con la mano apretando la zona del riñón.- Y tengo nauseas. La enfermera ni se acercó, para mirar el gotero del suero, pero no hizo nada. - Tiene que tener paciencia y aguantar un poco, que los calmantes no se pueden dar como si fuesen caramelos. Ah, en el aseo de fuera hay una palangana, puede cogerla si la necesita. Vicky estuvo a punto de acordarse de la madre de la “acelga”, pero su enorme diplomacia la salvó como siempre. - Enfermera, eso ya lo sabemos, pero comprenda que mi novio tiene fuertes dolores y eso limita la paciencia de cualquiera. Por favor, sea tan amable de avisar a su compañera. - No sé si estará disponible, voy a ver.-se limitó a decir la enfermera y salió de la habitación. Alejandro la miró sonriendo débilmente. - Cariño, cuanta delicadeza. Dime una cosa, ¿a que en el fondo te has acordado de su santa madre? Vicky soltó una carcajada que tuvo que amortiguar tapándose la boca con la mano. - No sabes tú bien hasta que punto.-reconoció. - Si es que te conozco, amor mío. Eres transparente como una copa de cristal. En ese momento apareció otra enfermera con una pequeña bolsa en la mano que colocó en la percha del suero y conectó a éste. - Ya tiene puesto el calmante, de aquí a un rato se sentirá mejor.-dijo ajustando la velocidad del gotero y acariciándole la frente con sumo cariño a Alejandro. - Gracias, enfermera.-dijo Alejandro, que había abierto los ojos al sentir el frescor de la mano de ella en su afiebrada frente. - Gracias, muy amable, enfermera.-dijo Vicky cuando la mujer se disponía a salir. - De nada, para eso estamos.-dijo la mujer de melena rubia y de edad similar a la de Alejandro.-No duden en llamar si necesitan alguna cosa. Cuando la mujer salió de la sala, Alejandro y Vicky se miraron. - Menuda diferencia, cariño.-dijo –Alejandro.-Esta sí que es amable, y no la auxiliar. - En los corrales del Señor hay de todo, ovejas, corderas, vacas, y hasta mulas.-dijo Vicky y Alejandro sonrió débilmente, pues se sentía agotado entre el dolor, los calmantes y antibióticos que le estaban suministrando por la vía. Una vez que el analgésico hizo efecto Alejandro se quedó dormido y no despertó hasta por la mañana. Sobre las ocho de la mañana Alejandro estaba despierto desde hacía rato y se puso a pensar. Desde que tuvo el primer cólico a partir de empezar a salía con Vicky, le rondaba una idea por la cabeza, pero no sabía cómo hacerlo. Estaba muy enamorado de la mujer, y justamente esa era la razón de que el remordimiento le carcomiera por dentro como el fuego consume la madera. No podía permitir que ella se atase a él de por vida. No era justo. Maldijo su suerte, casi diez años sólo añorando el amor de alguien que ya no podía dárselo, y cuando vuelve a encontrarlo, se sentía culpable de que ella sufriera por su causa. Empezó a darle vueltas a una idea, pero eso significaría dañar a la persona que más amaba en el mundo. La decisión era muy dura de tomar, si decidía romper la relación, tanto Vicky como él sufrirían lo inimaginable, pero seguir adelante sería aún más duro para la mujer, pensó. La voz de Vicky le sacó de sus reflexiones. - ¿Te notas alivio, cariño?-le preguntó acariciándole la frente, pero él giró la cara.- ¿Qué te pasa, Alejandro? Él se dio cuenta que ya no podía dar marcha atrás. - No me pasa nada, sólo que no veo claro todo esto.-dijo sin mirarle a los ojos, sabía que si se confrontaba con ellos no podría seguir adelante con su farsa. - ¿A qué te refieres? No entiendo. Espera a que la doctora te ponga el tratamiento y verás como todo se soluciona. Vicky creía que las dudas de Alejandro estaban relacionadas con su precaria salud. - Victoria, no hablo de mi salud. Me estoy refiriendo a nuestra relación. No veo que avance. Se está estancando y yo no lo veo nada claro. No soy tan feliz como creía, y tú tampoco. Te mereces algo más. Alguien que no te de problemas cada dos por tres y que te pueda seguir y no depender de ti como es mi caso. -¿Qué estás diciendo, mi vida? Ella le acarició el rostro con tanta dulzura que Alejandro temió no poder seguir con aquella farsa, pero era necesario si, como él pensaba, ella sería mucho más feliz alejada de él y de sus problemas de salud. Y por eso decidió seguir adelante con aquella interpretación, rogándose a si mismo tener la suficiente fuerza emocional como para no flaquear en su empeño al sentir que sus palabras le hicieran daño a ella, como debía ser si pretendía conseguir que se alejase de él para siempre para ser feliz, aunque fuese en brazos de otro hombre. El sacrificio de Alejandro iba a ser tremendamente doloroso, pero necesario si con ello conseguía alejarla a ella para siempre de él y de su destino, que Alejandro sabía desde hacía mucho tiempo que podría llegar a ser muy negro. -Yo no te quiero, no como te mereces al menos. No he conseguio olvidar a Elisa, lo siento.-aquellas palabras lastimaban la garganta de Alejandro como si con ellas estuviese vomitando trozos de cristales que, al pasar por su garganta, la destrozasen por completo, pero aquel sacrificio no era nada si con ello conseguía liberar a la mujer de una vida de sacrificio y dedicación al lado de un hombre que, por otra parte, tenía un futuro incierto y, probablemente con un final muy doloroso.- Creí que podría conseguirlo, pero los trece años que convivimos pesan mucho. Las últimas frases se clavaron en el corazón de Vicky como puñales. No sabía que decir ni que hacer. - ¿Qué quieres hacer, Alejandro?-pregunto ella dolida.-¿vas a rendirte o vas a luchar por nuestra felicidad?. - Creo que lo mejor es que nos separemos.-ni el propio Alejandro sabía como había conseguido pronunciar aquellas palabras.-No es justo para ti. Yo no te quiero tanto como pensaba. Sigo amando a Elisa. Lo siento, Vicky. Las palabras le dolían más a quien las pronunciaba que a la que las escuchaba, pero ya no había camino de retorno. El cerebro de Vicky tardó un poco en procesar toda la información. Tal vez, porque no estaba preparada para oír algo como lo que Alejandro acababa de confesarle. -¿Lo sientes?.-la mujer no podía entender lo que sus oídos acababan de escuchar.-O sea, eliges la solución más fácil, la más cobarde.-eran palabras que sonaban duras, pero en su corazón había mucho dolor.-Has decidido tú por mí, eso no es justo. Alejandro, agarrándose al lateral de la camilla, se giró para evitar que Vicky pudiera ver las lágrimas que comenzaban a brotar de sus ojos. - Vete, por favor. No tiene sentido nada de esto. Es absurdo. No te quiero, Victoria.-Las palabras lograron el efecto que Alejandro pretendía y Vicky salió corriendo de la sala con el alma rota en mil pedazos por una herida tan grande que ella estaba convencida de que jamás sanaría. Cuando la mujer salió de la sala, Alejandro no pudo aguantar más tanto dolor y rompió a llorar desconsoladamente y sintiendo una pena que le desgarraba el alma. *****

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