Páginas

Seguidores

domingo, 24 de noviembre de 2013

Capítulo 57.


   El sábado, Vicky se levantó muy temprano, se había duchado y colocado unos vaqueros y una camiseta blanca de tirantes, que le quedaba de maravilla con el tono dorado que había cogido su cuerpo como todos los veranos, a pesar de no haber ido a tomar el sol ni un solo día, pero su piel cogía fácilmente ese bonito tono. El pelo, como siempre, recogido en una cola de caballo.
  Cuando entró en la cocina se encontró con Myrna, que ya estaba lista para un nuevo día de trabajo.
- Buenos días, Myrna.-saludó a la mujer hondureña que estaba terminado de preparar el desayuno para los tres.
- Buenos días, Vicky. ¿Lista para salir de viaje?
- Sí, ya está todo casi listo. De hecho solo queda meter la maleta en el coche, y desayunar. Alejandro se está duchando ahora y cuando acabe nos marchamos.-Vicky miró su reloj de pulsera.-Aún es muy temprano para sacar a Óscar a su paseo, me temo que te toca a ti esta vez.
  Myrna hizo un gesto con el que quería demostrar que no era problema.
- No se preocupe, ya lo haré yo a su tiempo.
- Espero que se porte bien esta semana que se queda contigo a solas.
  Myrna sonrió.
- Estoy segura de que será así, Óscar se porta muy bien conmigo cuando le saco a pasear.
  Vicky sonrió.
- Si es conmigo con la única que se porta mal, es un gamberro de cuidado, Myrna.-admitió Vicky sonriendo.
  En ese momento entró Alejandro en la cocina, llevaba el pelo aún húmedo y se había puesto unos vaqueros desgastados y una cómoda camiseta roja de propaganda de una pequeña emisora de radio local.
- Buenos días, chicas.-saludó con una amplia sonrisa en los labios.
  La pareja se sentó en la mesa a tomarse un desayuno a base de cereales con cacao, pues ni a Vicky ni a Alejandro le gustaba la leche sola.
- Vicky, ¿puedo meter la maleta en el coche?. La he visto en el comedor y como está abierta…
  Vicky sonrió.
- Cariño, está abierta por que está tan llena que me ha sido imposible echarle el cierre. A ver si tu me ayudas y conseguimos ponerle la llave.
  Alejandro, con la boca llena, asintió.
- ¡Claro, ahora mismo te ayudo!-dijo medio atragantado y haciendo graciosos espavientos con los brazos.
- Bueno, desayuna tranquilo, que hay tiempo.
  Alejandro ya había terminado su tazón de cereales con cacao y salía de la cocina, cuando se detuvo al ver el volumen de la maleta, que estaba colocada en el tresillo.
- ¿Qué diantre llevas aquí metido, mujer de Dios?-preguntó Alejandro al ver el volumen de la maleta.
- Pues ropa, ¿qué quieres que lleve metido aquí, a Harrison Ford?
  Alejandro levantó la vista de la maleta.
- Cheee, que no me entere yo.-dijo y se echaron los dos a reír.-La leche, no consigo acercar las dos partes de las cerraduras.- Después de tres vanos intentos de cerrar la maleta, decidió tirar de imaginación.- A ver, vamos a echar mano de un clásico. Vicky siéntate sobre ella y verás cómo se cierra si o si.
- Que forma más descarada de llamarme gorda.-bromeó ella.
- Venga, lianta, pon tu lindo y esbelto culo sobre este chisme.
- Si me lo pides así…
   De un ágil salto Vicky se sentó sobre la maleta con las piernas colgando por los lados y por fin, la maleta se dio por vencida y dejó que la cerrasen.
- Aja, ya está.-exclamó Alejandro.-Pero, por tu madre, ahora no me digas que te has dejao algo fuera, eh.
- De hecho…
  Alejandro la miró de soslayo.
- Victoria…
  Vicky soltó una sonora carcajada.
- Has picado, cariño.-dijo entre risas.
- Eres una niña traviesa, corazón.- dijo Alejandro sonriendo mientras la miraba.- Pero que guapa eres, puñetera. Con el madrugón que te has dao y estas fresca como una rosa.
  Vicky sonrió divertida.
- Uy, uy, uy, que ataque de romanticismo te ha dao de repente.
- Es que, en el fondo, soy un romántico, ya lo sabes.-reconoció Alejandro encogiéndose de hombros y poniendo una graciosa mueca en su atractiva cara.
  Vicky se sentó sobre sus piernas y le rodeó el cuello con los brazos.
- Lo sé, y me encanta. Yo quiero un hombre real, no un palo tieso como ese Steven Seagal, que le arrean tres tiros y sigue en pie.
  Alejandro soltó la risa.
- Es que es todo un machote.
- Sí, ya. Pues yo no quiero eso. Es irreal. A mí me gustan los hombres que lloran cuando lo necesitan.
- Vicky, no es por jorobar tu disertación sobre el hombre-macho, pero, ¿nos llevamos comida de casa o paramos a comer por el camino?
- Ostras, no pensé en la comida.-reconoció.-Pues no sé, ¿qué opinas tú?
  En ese momento apareció Myrna desde la cocina con una bolsa de lona azul en la mano.
- Les he preparado algo de comer para el camino.-dijo entregándosela a Vicky.-Unos bocadillos de filetes de pollo empanados y un poco de fruta. Cómo no es un viaje demasiado largo, creo que será suficiente. Las bebidas van en el frízer de viaje, he metido dos cervezas sin alcohol.-lo dijo mirando a Vicky con cierta picardía, a lo que ella sonrió con complicidad.-También puse unas latas de té helado y dos botellas de agua. Espero que sea suficiente.
  Alejandro la miró con la misma ternura que miraría a una hermana.
- Myrna, gracias. Eres un sol ¿lo sabías?
  La mujer sonrió un poco azorada.
- Me lo dice usted a menudo, Alejandro, pero no es para tanto.
- Anda que no.-exclamó el hombre.-Bueno, creo que no nos dejamos nada en el tintero, como suele decirse. Vicky, voy a ir metiendo la maleta en el coche.
   Ella asintió, para luego girar la cara hacia él de nuevo.
- Alejandro ¿cómo piensas llevar la maleta hasta el coche?
  Alejandro sonrió.
- A puntapiés.-dijo y al ver la cara de estupefacción de la mujer sonrió.-Vicky, tiene ruedas, no hay que cogerla a peso.
  Ella asintió, y soltó una carcajada.
- Es cierto, no pensé en eso. Que boba soy, por Dios.
- Venga, yo me llevo la maleta y tú date prisa, que nos dan las uvas aquí.
- Vale, yo voy a…no mejor no que luego se alborota y no nos podremos librar de él. Myrna, por favor, si ocurre algo fuera de lo normal llámame al móvil, y vigila a Óscar, que no te toree, que le conozco.
- No se preocupe, yo ya le tengo cogida la medida como dicen ustedes. Sé cómo tratar a renacuajos como él. Cuando vuelva no le va a reconocer de lo obediente que va a estar.
  Vicky sonrió.
- Myrna, no es que dude de tú capacidad para domarle, pero es que Óscar es un caso perdido, ya lo sabes.
   Las dos mujeres rieron. Alejandro volvió a entrar en la casa en ese momento.
- Chicas, necesito una mano para meter ese muerto de ahí fuera en el maletero del coche, que cuando la tenga encima se le va a desinflar hasta la rueda de repuesto.-dijo entre risas.
   Las mujeres soltaron una carcajada.
- Que bruto eres, madre de Dios.-exclamó Vicky.-Venga, que te ayudo a meter “el muerto” en el maletero del coche.
    Por fin, a eso de las ocho de la mañana salieron de casa después de que Myrna rogase a Alejandro que tuviera mucho cuidado en la carretera y exigirles que la llamasen nada más llegar a su destino.
                                                                       *****

























No hay comentarios:

Publicar un comentario