Nadie podía, ni quería, irse a dormir. Estaban muy preocupados porque el agua no dejaba de subir, y a eso de las once de la noche, ya tenía una altura de casi diez centímetros en el piso de abajo. Adrián y Lalo se aventuraron, por la puerta que comunicaba con la casa, a llegar al bar y coger botellas de agua y algo para cenar. Encontraron unos embutidos y algo de pan, que a todos les supo a gloria. También subieron unos cuantos cartones de leche y unos zumos que hallaron flotando, así como linternas y velas por si se iba definitivamente la luz, después de varios apagones de corta duración.
-¿Quieres un zumo con el bocadillo de jamón, Alejandro?-le preguntó Vicky al acercarle el bocadillo que le había preparado.
- No, gracias, cielo.-dijo Alejandro.-Mejor dejamos los zumos para Jacobo, puesto que en su estado no puede comer nada, el pobre. La leche también le sentará bien, y antes cuando estaba con él en el pasillo esperando que tu hermano Adrián saliera del baño, me dijo que le encanta la leche caliente, claro que con este calor será mejor que la tome fría. Además, si la luz se va…
Vicky le sonrió y le acarició la cara.
- Tienes razón, se lo dejaremos a él. Eres un tesoro, amor mío.- Vicky le abrazó con ternura y le besó en la mejilla de una forma muy cariñosa.
- Vicky, estoy seguro que él lo haría por cualquiera de nosotros, eso es lógico.-se justificó Alejandro.-Por cierto ¿cómo sigue?
Vicky cabeceó con pesar.
- Mal, está dormido y cuando despierta parece que siente mucho dolor, no para de quejarse el pobre.
- Pobre, voy a verle.
- Ven, ahora está Julia a solas con él.-dijo Vicky.-Mi madre está en su dormitorio intentado descansar un poco, pero no creo que duerma. Tenía un poco de jaqueca.
- Cariño, algo me dice que esta noche no duerme ni Dios en este pueblo.-dijo Alejandro.
Al entrar en el dormitorio de Jacobo, que estaba a la izquierda del pasillo entre el de Adrián y el que ocupaban Miguel y Laura, que estaba junto al espacioso baño, vieron que el hombre estaba despierto y que Julia le ponía un paño mojado en agua fría en la frente.
- ¿Julia?-llamó Vicky al tiempo que entraban los dos en la sala.
- Hola.-respondió la hermana de Vicky sin mirar a la puerta, preocupada como estaba por atender a su marido.
- ¿Cómo sigue Jacobo?-preguntó Alejandro mientras se acercaba a la cabecera de la cama para ver al que ya consideraba su cuñado a todos los efectos.
- A ratos duerme, pero está muy agitado.-explicó Julia.-De vez en cuando se lleva la mano al vientre y se queja. Debe dolerle mucho.
En ese momento, Jacobo, que ahora llevaba puesto una camiseta blanca y un pantalón corto verde claro que usaba como pijama de verano, se quejó de nuevo y quiso incorporarse en la cama, pero el dolor se lo impidió. Abrió los ojos y vio a sus cuñados.
- Vicky…
- Hola, guapísimo.-le respondió ella sentándose a su lado en la cama y tocándole la frente para comprobar, muy a su pesar, que estaba ardiendo.-Tiene mucha calentura.
Julia asintió.
- Sí, hace un rato tenía 38’5ºC, y le va subiendo muy de prisa.-dijo mientras cubría a Jacobo, que a causa del delirio se destapaba constantemente.
- Madre mía, pobre hombre.-susurró Alejandro.
- Julia…me duele…
El hombre respiraba con cierta dificultad a causa del dolor. Trataba de controlarlo inspirando y soltando el aire de forma acompasada, pero aún así no conseguía que disminuyese.
- Lo sé, vida mía.-le respondió su mujer mientras le acariciaba el rostro.-Trata de dormir.
- Auga…-susurró Jacobo, tragando saliva con mucho trabajo.
Julia se levantó y vació agua de una jarra de cristal que había en la cómoda, en un vaso que le acercó a los labios sosteniéndole la cabeza con la mano libre.
- Bebe, cariño, que está fresquita.
Al terminar de beber, Jacobo se fijó de nuevo en las dos personas que le observaban junto a su esposa.
- Alejandro…
- ¿Cómo va eso, cuñao?-preguntó el otro-Ya veo que haces lo que sea para acaparar la atención de las chicas ¿eh, galeguiño?
Jacobo sonrió débilmente.
- Ya viste…y funcionó.-dijo con la voz muy debilitada.
- Y tanto, tienes a estas dos, a Sole y a Laura peleándose por cuidarte.-bromeó, pero el aspecto de Jacobo le preocupaba mucho.
- Alejandro…te repites…más que el ajo, tío.-le dijo Jacobo sin abrir los ojos por el agotamiento.
El otro sonrió al comprobar que a pesar de todo aún tenía fuerzas para bromear.
- Anda que menudo caradura, haciendo que te cuiden las chicas.-le dijo Alejandro en broma.
- Pobrecito, él se lo merece.-dijo Julia mientras le acariciaba con mucho amor la cara.
De repente Jacobo se llevó las dos manos al vientre.
- Julia, Dios…
- Tranquilo, respira. Eso es, así…-Julia le daba ánimos mientras le cogía la mano y le acariciaba en la frente.
Alejandro miró a Vicky muy serio.
- Me lleva el demonio cuando le veo sufrir de esta manera y yo sin poder hacer nada por él, joder.
Ella le cogió la mano con la intención de reconfortarle y de paso sentir su calor.
- Eso nos sucede a todos, cariño.-le intentó animar Vicky.-Cada uno hace lo que puede, pero en estas circunstancias es difícil, cielo.
- Si yo estuviera sano, sería capaz de ir a buscar al médico como fuese.-dijo Alejandro.-Aunque fuese nadando. Vaya que si lo haría…
- Cariño, mi hermano lo ha intentado y tuvo que regresar.
- Lo sé, perdona, no quise insinuar nada.-se disculpó Alejandro.
- Ya lo sé, no te preocupes.
Jacobo volvió a incorporarse a causa de otra embestida del dolor.
- Julia…uf, uf-resopló mientras se llevaba la mano al vientre.-Me duele, ufff.
Julia le agarró con suavidad por los hombros para hacer que se acostase de nuevo.
- Échate, vida.
- Julia, creo que me urinei.-dijo Jacobo no sin esfuerzo.
- No pasa nada, ahora te quito yo lo mojado. Vicky ¿quieres ayudarme a cambiarle el pijama y de paso, le ponemos de bajo uno de esos traveseros?
Su hermana menor se levantó de la cama rápidamente.
- Claro, venga.
Julia destapó a su marido y entonces vio asustada que lo que había mojado la cama, y que él había interpretado como orines, era en realidad sangre muy espesa y oscura que había hecho una gran mancha en las sábanas.
- Vicky, sangra otra vez.-susurró una aterrada Julia-Y ahora es más fuerte la hemorragia.
- Tranquila, deja que te ayude.-le dijo su hermana mientras se hacía cargo de todo.-Alejandro, dile a Laura que me traiga una palangana con agua tibia y tú, cielo, ve a nuestra sala y coge unas cuantas esponjas de esas que tu usas con el jabón incorporado, por favor, ah y unos empapadores, que este está mojado.
Alejandro asintió.
- Ahora mismo.-dijo mientras salía al pasillo.
- Trae sábanas limpias, Julia.-pidió Vicky a su hermana mayor.
Julia sacó un juego de la cómoda que había en la habitación y se lo entregó a su hermana.
- Vicky, te agradezco muchísimo lo que estás haciendo por mi marido. De veras, de corazón.-dijo agachándose junto a su hermana para darle un beso y un abrazo, que ella misma necesitaba más que nadie.-Ojala yo fuese la mitad de valiente de lo que eres tú, hermanita.
- No seas tonta, cariño.-respondió Vicky sonriendo cariñosamente mientras miraba con disimulo las sábanas bajeras de la cama de Jacobo, que permanecía con los ojos cerrados.-Yo también tengo miedo, pero disimulo mejor que tú.
Ambas sonrieron.
- Aquí estoy, familia.-dijo Alejandro al cruzar el marco de la puerta. Traía en el regazo su mochila roja con los traveseros que él mismo usaba a diario para evitar mojar la cama si tenía un percance con la sonda.
- Gracias, cielo.-dijo Vicky mientras le cogía la pequeña mochila.
- Julia, estoy mojando la cama outra vez.-dijo Jacobo.
- No pasa nada, mi vida.-respondió Julia.-Ahora te lavamos y estarás limpio en un momento.
- Espero que no te incomode que te vea el trasero, cariño.-dijo Vicky intentando mantener la calma en el ambiente.
Jacobo, al escuchar el comentario de su cuñada, abrió los ojos, la miró y sonrió.
- En este momento, Vicky, como si pones una fotografía a todo color en la tablilla de anuncios del ayuntamiento.-admitió Jacobo.
- Cariño, no le des ideas a ésta, que es capaz de eso y de más.-le advirtió Julia, que trataba de ocultar su nerviosismo tras una sonrisa.
Vicky y ella sonrieron, pero la de Jacobo sólo fue un débil amago.
- Tendríamos que avisar a Mauricio ¿no os parece?-propuso Alejandro en un susurro para no ser oído por el enfermo, que dormitaba sin ser consciente de toda la inquietud que su enfermedad estaba ocasionando a los demás.-Esto de dos hemorragias en tan poco tiempo no me gusta un pelo.
- ¿Sigue lloviendo tanto, Alejandro?-preguntó Julia.
- Julia, la calle está inundá. Dice Adrián que cuando él y Lalo salieron, el agua les llegaba casi a las pantorrillas. Han intentao llegar a casa de Mauricio, pero les ha sido imposible.
- Alejandro, yo lo voy a intentar de nuevo.-dijo Adrián, que se presentó en ese momento.
- No te la juegues, Adrián.-le pidió un preocupado Alejandro.
- No pasará nada, sé cómo hacerlo, no te preocupes.
- Adri, ten mucho cuidado, cariño.-le pidió Julia.
- Lo tendré, tranquila.
- Que te acompañen Miguel y Lalo.-le sugirió Vicky.
- Sí, ya lo he hablado con ellos.-respondió el hermano menor de las dos mujeres.
Alejandro suspiró de forma pesada al ver como su cuñado se marchaba.
- Me da una rabia no poder hacer nada, coño….-se lamentó Alejandro con pesar.
-¿Quién te ha dicho eso?-dijo Vicky.-Venga, que te necesito aquí, que yo sola no puedo sujetar a Jacobo.
De repente, Alejandro cambió el rostro taciturno por una sonrisa.
-¿Para qué soy útil?-preguntó Alejandro dejando sus pensamientos atrás.
- Mantenle de lado mientras nosotras cambiamos las sábanas bajeras.-le respondió Vicky.
- Venga.-dijo el hombre acercándose a la cama de Jacobo.- Vente pa’aca cuñao.- Cogió a Jacobo por el hombro con una mano y por la nalga con la otra y lo atrajo hacia si para dejar libre media cama para que las dos mujeres cambiasen las sábanas más cómodamente, lo que hizo que el gallego lanzase un quejido de dolor-Aguanta un poquito más, Jacobo, que ya casi estás.
Después de que le asearan y le cambiasen las sábanas, Jacobo se volvió a quedar dormido, pero su descanso era agitado y no dejaba de susurrar palabras ininteligibles y frases inconexas.
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