Cuando los dos chicos y el médico entraron en la casa, Adrián sintió como su hermana Julia lloraba en el piso de arriba. Preocupado, subió rápidamente seguido por Lalo y Mauricio que, por su edad, no podía seguir el ritmo de los dos hombres a los que doblaba la edad.
- Julia, ya estamos aquí.-dijo Adrián mientras avanzaba por el pasillo.
En ese momento Alejandro salió de la sala de Jacobo.
- Daros prisa, está muy jodido.-les apremió.
Cuando entraron en la habitación, la central de las tres que había en el lado izquierdo de la escalera, en la que estaban también Vicky, Laura y Sole acompañando a Julia, vieron como Jacobo estaba muy pálido y que se cogía el vientre con ambas manos, haciendo claros gestos de dolor.
- Mauricio, se me muere.-susurró Julia abrazada al médico.
- Eso no lo voy a permitir, hija.-respondió el médico.-Venga, aquí no quiero a más de una persona conmigo ¿vale? Como mucho, dos.
Sole asintió.
- Venga, vamos fuera, hijos.
- Mamá, quédate conmigo, por favor.-le pidió Julia.
Sole asintió.
- Claro, hija mía.-respondió Sole acerándose a su hija y abrazándola con ternura, como cuando era una niña asustada por los relámpagos y los truenos de una de las muchas tormentas de verano que solían ser tan habituales en la zona.
Vicky, Laura y Alejandro se quedaron en el pasillo.
- Pobre Julia, está muy nerviosa.-dijo Laura.
- Es normal, yo no sé como estaría de ser Alejandro el que estuviese en el lugar de Jacobo.-reconoció Vicky.
La siguiente media hora pasó muy despacio para las personas que esperaban noticias en el mismo pasillo de la casa. Nadie podía pensar en nada que no fuera en Jacobo y su estado de salud. De pronto, la puerta se abrió y salieron Mauricio y Sole.
- Mamá…-Vicky se acercó a ellos, seguida de Alejandro.
Los demás se fueron acercando.
- ¿Cómo está Jacobo, madre?-se interesó Miguel.
- Mauricio…-instó Vicky.
El médico hizo un gesto de disgusto.
- Bueno, no voy a negar que está grave.-dijo ante la cara de desazón de todos.-Tiene muchísima fiebre, y la tensión bajísima. En cuanto al pulso, lo tiene por las nubes, y todo eso, junto con el sangrado que decís que ha sufrido en un par de ocasiones, nos dice que, muy probablemente, tenga una hemorragia interna. Le he dicho a Julia que yo estoy convencido de que todo esto parece una secuela de una mala praxis durante la operación de apendicitis, pero sin medios a mi alcance no puedo confirmarlo.
- Hijo ¿Qué es eso de mala “pasis”?.-preguntó Gerardo a Alejandro, que estaba a su lado, cosa que sorprendió al hombre.
- Bueno, una mala praxis es como decir de forma elegante, que un médico o enfermera ha metido la pata en algo durante la operación o justo después, en el postoperatorio.
- La madre que los parió…-masculló Gerardo.-Si eso lo hacen con un médico con el que trabajan, que no harán con un desconocido…
Alejandro asintió con pesar.
- Buena pregunta, Gerardo.-susurró Alejandro algo ensimismado. .-Buena pregunta…
Sin duda, todo el asunto de Jacobo, sin tener demasiados puntos en común con su propia historia, le había hecho recordar los días posteriores al accidente, cuando despertó aquella soleada mañana preguntando por Elisa y los niños, y nadie le daba razón sobre ellos.
La voz del médico sacó a Alejandro de sus pensamientos.
- Si no os molesta, yo me quedo aquí hasta que Jacobo mejore o que el agua de ahí fuera desaparezca. Lo que ocurra primero…
- Por supuesto, Mauricio.-le dijo Gerardo.
- De todas formas, convendría llevar a Jacobo a un hospital lo antes posible.-dijo Mauricio.- En cuanto baje el nivel del agua, si estáis de acuerdo, yo mismo le llevo al provincial.
- Eso ya se verá.-dijo Miguel.-Ahora lo que interesa es que no empeore antes de que baje toda esa agua de ahí afuera.
Las siguientes horas fueron tensas. Por un lado por el aguacero que volvió a descargar en plena madrugada, que hizo que volviera a subir el agua que había entrado en la casa y por el otro, y no menos preocupante, el estado de Jacobo, que no mejoraba ni un ápice, todo lo contrario, la fiebre le había subido hasta alcanzar casi los 40º C y eso hacía que se pasara todo el tiempo inquieto y delirando. Julia, acompañada en todo momento su hermana, estaba muy preocupada por su marido.
- Vicky ¿cómo le ves tú?.-preguntó en un momento dado a su hermana, esperando que esta le diese una respuesta que la animase un poco.
Las dos mujeres estaban sentadas en la cama que Julia había estado ocupando desde que llegaran a la casa y que antaño había pertenecido a su hermano Miguel. Jacobo, a su vez, descansaba en la que había ocupado Adrián cuando era niño, pues ahora utilizaba la contigua, que era exactamente igual de grande y con la misma distribución, pero que no estaba tan cerca del baño, pues él decía que le despertaban con el ruido de la cisterna del baño.
- Bueno, cariño, yo no soy médico, pero creo que está igual. Al menos no ha empeorado. Eso no anima, ya lo sé, pero de momento es lo que hay.
Julia asintió.
- Yo creo que ahora tiene mejor cara.-dijo la mujer mientras acariciaba el rostro a su marido que no era consciente de que ocurría a su alrededor
- No se le ve tan pálido.
Vicky se preguntó si la mejoría que su hermana veía en Jacobo no era más producto de su propia esperanza que de la realidad, pues ella lo veía más o menos igual.
- Xulia…-susurró Jacobo sin abrir los ojos.
La mujer se arrodilló junto a la cabecera de la cama y le pasó un paño húmedo por la cara para refrescarle. Jacobo apenas si abría los ojos. Estaba muy débil y le costaba mucho esfuerzo respirar a causa del dolor que sentía en el abdomen.
- Cariño…-susurró Julia.
Jacobo la miró. En sus ojos castaños se reflejaba claramente el sufrimiento que sentía.
- Mi vientre…ohhhh, Xulia… vida…
Jacobo tenía los brazos cruzados sobre el abdomen con los que se presionaba, mientras se giraba de lado y se colocaba en posición fetal.
Julia le pasaba el paño húmedo sobre la frente y el rostro, mientras Jacobo se movía inquieto a causa del fuerte dolor.
- Tranquilo, cariño mío.
- Me duele horrores, Xulia.-susurró el hombre con evidente gesto de dolor en el atractivo rostro.-Estos días eran como punzadas, pero ahora son retortijones, y de los fuertes. Uff.
Vicky se acercó a su cuñado y le acarició el cabello.
- Tranquilo, cariño. Te llevaremos al hospital lo antes posible.
- Con este tiempo, ni falar…-susurró Jacobo, pero no pudo acabar la frase a causa de otra embestida de dolor.-Ay, como me duele..., carallo.
Jacobo se incorporó un poco en la cama, pero se dejó caer en seguida. Se sentía agotado y se quedó dormido poco después.
En ese momento alguien llamó a la puerta con los nudillos y entró. Era Laura, que traía unos vasos de café con leche para sus cuñadas.
- Os traigo un vaso de cacao fresquito. Supongo que os sentará bien.-dijo mostrándoles una bandeja con dos vasos.
Vicky cogió uno y sonrió.
- Gracias, Laura. Me apetece, la verdad.
- No puedo tomar nada, Laura, pero te lo agradezco mucho.-dijo Julia que seguía acariciándole la mejilla a su marido, intentando con ello mantenerle tranquilo.
- Venga, Julia, mujer, te sentará bien.-le animó su cuñada mostrándole el vaso.
La mujer, se lo pensó un momento y aceptó.
- Está bien, Laura. Me la tomaré.
-¿Cómo sigue Jacobo?.-se interesó acercándose muy despacio a la cabecera para no despertarle.
- No sé, creo que igual.-comentó Julia.-Sigue quejándose de dolor.
- Al menos parece que tiene más color.-dijo Laura, con la sana intención de dar ánimos a Julia.
- No sé, yo le veo muy malito, Laura.-se lamentó Julia, cuya voz, ahora a penas era un susurro.-Se me muere, hermanita. Jacobo se me muere.
Vicky la abrazó.
- Shh, no digas eso, veras como se recupera en nada.-intentó animarla.- De aquí a un par de días te voy a escuchar renegar con él porque se ha manchado comiendo, ya lo veras.
- Ojala, Vicky. Ojala tengas razón.
- Estoy convencida.
- Vicky tiene razón, se recuperará en nada.-intervino Laura tratando de transmitir calma a su cuñada con su bonita sonrisa.
Procuró que las palabras sonaran más creíbles en los oídos de su cuñada que para los suyos propios, pero pensó que no lo había logrado al ver que Julia empezaba a llorar en silencio.
- Tranquila, cariño.-le dijo su hermana menor abrazándola.-Venga, tómate el cacao antes de que se caliente.
Cuando se Julia acabó de tomárselo, Laura se marchó de nuevo, no sin antes recordarle que si la necesitaba para lo que fuera, no dudase en llamarla, pues estaba, junto a los demás, en la sala de los padres, una de las dos de mayor tamaño que tenía la casa, junto a la de Vicky y Alejandro, que eran casi dos metros cuadrados más amplias que las otras cuatro.
Adrián apareció al cabo de un rato y se dirigió a la mayor de sus hermanas.
-¿Cómo sigue?.
Julia negó con la cabeza.
- Regular.-respondió.-A ratos le duele mucho el vientre, Adri.
Adrián hizo un gesto de pesar y se abrazó cariñosamente a su hermana.
- Se pondrá bien, no sufras, preciosa.
- Eso espero.-susurró Julia, acogiéndose a los brazos de su hermano menor y atrayéndoles hacia sí, para quedar abrazada con ellos, con lo que pretendía sentirse más protegida, pero no surtió el efecto deseado.
- Adrián ¿sigue lloviendo tanto?-preguntó Vicky.
El joven asintió mientras se erguía de nuevo después de haber abrazado a Julia.
- Por cierto, Julia, mamá dice que vayas a donde los demás e intentes dormir un poco.-dijo el menor de los hermanos Fernández.
- No pienso dejar solo a mi marido, Adri.-dijo Julia con voz fingidamente firme.
- Julia, no le dejas solo.-replicó Vicky.- Yo no pienso moverme de aquí. Venga, ve con Adri, te vendrá bien despejarte un poco.
- ¿Y si me necesita?
- Si te necesita, voy a buscarte.-dijo Vicky.-Sólo nos separa un pasillo, no te preocupes.
- Venga, va, Julia.-le rogó su hermano.- Vicky saldrá a llamarte si es preciso. Aprovecha ahora que parece que está más tranquilo.
El joven, sin esperar la respuesta de su hermana, la cogió del brazo y la ayudó a levantarse de la cama donde estaba sentada, junto a la que ocupaba Jacobo, que en ningún momento fue consciente de lo que hablaban a pocos centímetros de él.
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